martes, 26 de octubre de 2004

TENGO MIEDO

Tengo miedo. Un miedo abstracto, inaprensible. Nunca el precio de la muerte fue tan asequible para las hordas patrióticas de naciones, religiones o capitales. Gentes que parecen estremecerse ante una bandera o lloran al oír los sones de un himno que son capaces de matar a quien se interponga ante sus designios o se sitúen en el camino del azar. Terroristas o héroes según se mire; dirigentes políticos o terroristas según miremos. El caso es que, desde una veta de inquina e interés, se está sembrando el mundo con la simiente del odio. Muertos vuestros y nuestros que generarán, sin duda, más muertos.

Tengo miedo ante los atrabiliarios que no dudan, ante quienes pretenden imponer sus objetivos políticos, religiosos o territoriales con la única sílaba onomatopéyica que es capaz de balbucear una pistola o un coche bomba. Tengo miedo de quién pretende obtener réditos políticos o económicos y, revestidos de auras presidenciales, nos arengan ciegamente alimentando la raíz de la aversión que dicen querer evitar.

Porque el odio es una planta de raíces profundas. De ella brota una flor hechicera, la violencia. Cortando la flor se esparcen más semillas permaneciendo incólume la raíz.

No sé si ustedes también. Pero yo tengo miedo.

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