sábado, 29 de junio de 2013

LA CAVERNA DE WERT

No son palabras inocentes, ni ocurrencias lanzadas al aire; frases como la del ministro Wert son, como en el platónico mito de la caverna, haces de luz que sirven para que veamos solo las sombras que quiere que se reflejen, mientras fuerzan a la realidad a tomar otros caminos. Dice Wert que el estudiante que no obtenga una nota media de un 6,5 no está bien encaminado. Lo dice para justificar un hachazo a las becas y nos centramos en ese 6,5 proyectado en la pared del fondo de la caverna. Ipso facto, ese estudiante genérico, en el imaginario de muchos, se convierte en un manirroto responsable de los desfases en las cuentas públicas, pareciera, de no ser por ‘tan pesada carga’, que la Universidad nadaría en la abundancia. Pero resulta que no, que el debate no es el 6 y medio porque la Universidad sigue abriendo las puertas al que con un 5 puede pagar. Ah, decimos, si lo puede pagar, allá él si suspende o repite cinco veces. Ahí está, sin embargo, la realidad que no muestra la sombra proyectada: el alumno que puede pagar financia solo el 20% del coste, el 80% restante sale, también, de los bolsillos del que ha sido expulsado por razones económicas. O sea, familias que no llegan a mileuristas pagan impuestos que financian una Universidad a la que no pueden ir sus hijos. Pero el daño previsto cuando se pronuncia la frase ya está hecho, ha funcionado como una carga de profundidad que abate las defensas y se incrusta en eso que mal llamamos sentido común.
No es nuevo, no es el único, de la misma manera se generó un debate sobre la suficiencia económica del sistema de salud, sobre el gasto de la escuela pública o se cierran líneas de tren con el pretexto de que no son rentables. Y debatimos con números sobre si lo son o no lo son, en vez de cuestionar por qué tienen que serlo. Sus andanadas no disparan, sin embargo, a otros servicios tan deficitarios o más pero que sirven a las clases más pudientes. Vuelos en avión o AVES, hospitales o colegios privados, que pagamos todos y no todos pueden usar. Es lo que se llama redistribución a la inversa, es lo que nos cuelan tras la sombre de un 6,5. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 27-06-2013

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