jueves, 27 de abril de 2017

TABACO O BRONQUITIS

En la mismísima Francia, va ya para tres siglos, nació Jean Baptiste Lamarck, el autor ‘Filosofía zoológica’, la primera teoría de la evolución biológica, uno de los cimientos teóricos sobre la que se ha sustentado la Biología. En ese texto, Lamarck afirmaba que las diferentes especies que habitaban el planeta eran la consecuencia de un recorrido evolutivo que partía desde seres mucho más simples. Vamos, que las actuales formas de vida no eran creaciones ni siempre habían sido así. Este biólogo resumió sus postulados con una sentencia: “La función crea el órgano y la necesidad, la función”.  Parece que en el campo de la sociología política, la evolución responde a pautas similares a las de este postulado. Cuando parece que el cuerpo (político) no responde a las necesidades del momento, se genera una nueva función, la de dar cobijo a esa ola de desafectos. Esta función, a su vez, engendra inexorablemente unas organizaciones que sirven como altavoces de dicha desafección.

En la mismísima Francia, hemos comprobado como -a la vez que los viejos órganos (políticos) se han ido atrofiando al no haberse mostrado útiles para desarrollar las funciones que se les requería- han surgido nuevas plataformas o se han fortalecido otras que parecían menores. Las dos personas que aspiran a ocupar la presidencia son reflejo de a esta mutación orgánica aunque cada una de ellas aporta una respuesta diferente a la misma situación. Mientras Macron es el vino nuevo en odres viejos, la nueva cara de esas fuerzas de la naturaleza política que no cuestionan los equilibrios previos; Le Pen es el vino viejo en odres nuevos, la respuesta atrabiliaria a los miedos y desamparos que otra vez vuelve a sufrir la sociedad.
Los franceses, la mitad de ellos que no ha votado ni a uno ni a otra, tienen que elegir entre la política que ha generado la situación actual o la respuesta más ofuscada, entre las causas o la enfermedad, entre mantener el sistema o abrir las puertas al neofascismo.

Contra las causas, por difícil que sea dejar un vicio, se puede seguir trabajando; la enfermedad, sin embargo, puede ser irreversible. Por muy lejos que esté políticamente de Macron, la izquierda francesa cometería un acto de irresponsabilidad si se coloca de perfil, si permite que en esta función se cree un órgano pernicioso. Hay momentos en que la dejación solo sirve para esconder la mayor cobardía.  

Publicado en "El Norte de Castilla" el 27-04-2017

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