lunes, 29 de diciembre de 2003

CASTAÑERA A TUS CASTAÑAS

La ingesta de turrón produce vómitos de falso humanismo, el caso es que en estas fechas de apareamiento incestuoso de la carne y el espíritu, del alegre capital con luces de neón y la negra iglesia, cargamos a nuestros atribulados oídos con sartas de sublimes tropelías que nos subyugan ubicándonos bajo el mazo del mercado o el catón de los dogmas. Las del capital justificadas por su esencia de lobos hincando sus dientes en los enclenques corderos de nuestras carteras; se deben analizar para conocer sus arteros empeños y defendernos pero no caben reproches, es su naturaleza. 

Pero la iglesia, amigo Sancho, esconde sus fauces bajo la figura de un pobre niño recién nacido y ya perseguido por “las iglesias de entonces”. Bajo esa apariencia inofensiva extiende e impone sus valores particulares tapizándolos de universales a una sociedad inerme por medrosa. Así seguirá mientras no acordonemos el terreno que a una confesión religiosa le corresponde en un estado aconfesional: sus templos y sus fieles. Ni un metro, ni una constricción más.

Seguirá Rouco Varela, primera autoridad de la iglesia católica en España, acechando la libertad sexual desde la base educativa (pavor da repasar los índices estadísticos sobre embarazos no deseados en adolescentes o enfermedades de transmisión sexual) hasta  la cúspide de las prácticas que no se adecuan a sus imposiciones. Su perorata de días pasados enterrando en vida el sueño de amor de las parejas homosexuales es de la que asustan a quien ama la libertad, pero desvela sus miserias cuando argumenta con razones –falaces- de ministro de hacienda su oposición a que la legislación permita que un gay o una lesbiana tengan los mismos derechos que quien no lo sea. Y Montoro, de rodillas y con peineta, usted tiene razón Monseñor, amén. 

Seguirá dormido el sueño vital de los enfermos que anhelan un paso adelante en las investigaciones científicas prohibidas por el peso de la mitra en nuestros gobernantes, dignos hijos de quienes bajo el mismo misal intentaron prohibir la imprenta. Hemos conocido que dos investigadoras españolas han conseguido crear óvulos a partir de células de la sangre, bien, han tenido que realizar la investigación en Portugal y Brasil por el miedo a un ego non te absolvo que las condujese a la cárcel.

Seguirán mientras no interioricen su papel en una sociedad que aspira a ser libre. Quizá les sirva para ello leer el mugriento papelillo colgado de la chapa bajo la que se cobijaba una castañera “he llegado a un acuerdo con el banco de enfrente, ellos no venden castañas, yo no presto dinero”. Cada uno en su casa, dioses incluidos.  

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