domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Qué es Pucela? Me preguntas

El chaval caminaba sobre los acantilados en los que el mar golpeaba produciendo sonidos como de viejo con carraspera. Había salido, sin más, a dar un paseo. Andaba pausado, tratando de aspirar todo el oxígeno que el reflujo del mar traía consigo, tropezó por no mirar al suelo. Al agacharse pudo ver que no era una piedra sino un libro el objeto que a punto estuvo de enviarle al suelo. Miró la tapa. Química. Lo abrió por una página indeterminada, leyó, nitrato de plomo, y levantó la cabeza. La agachó de nuevo, pasó de golpe un puñado de hojas y volvió a leer, nitrato de cobre. Repitió la operación una vez, nitrato de plata, y otra, nitrato de hierro. Cerró de golpe el libro y lo lanzó al agua. «Si no trata de nada, vaya mierda de libro». Imagino que leer el acta que haya podido escribir el árbitro produce una impresión semejante. Goles, ni trato; tarjetas, ni trato; incidencias, ni trato. Si en vez de por el acta, el juicio se realiza tras haber visto el partido, deja de ser impresión para convertirse en constatación: el partido fue para los amantes del fútbol lo que una película de Ozores para la Seminci.
Una escena, solo una, puede rescatar la hora y media de tedio: una falta diseñada en el laboratorio de Djukic que terminó en el larguero. El valor de la jugada no estuvo en el fin, casi gol, sino en el medio, la ejecución. En esta coincidieron dos de las artes imprescindibles en el fútbol, el engaño y la precisión. Manucho fue el señuelo, al fin y al cabo a él iba dirigido el balón en todas y cada una de las oportunidades. Tras él, esta vez, se situó Óscar. El movimiento del angoleño arrastró a todos los defensores del Cantón de Cartagena quedando el salmantino solo para emular al general López Domínguez y rendir a los cantonales. Por centímetros no lo consiguió. Después nada.
Dicho así pudiera parecer que los jugadores pucelanos carecieran de actitud o aptitud. Ni una cosa ni la otra. El partido nació trabado y no hubo destrabador que lo destrabase. No fueron capaces de generar o de encontrar los espacios, pero se batieron con los arrestos que se les debe exigir a los de su profesión dejando a un lado las posibles especulaciones que relacionan el rendimiento con el cobro de la nómina. Como otros profesionales, dicho sea de paso. Esta plantilla está demostrando, con mayor o menor acierto, su implicación en el proyecto deportivo demostrando que son, hoy por hoy, los pulmones que siguen dando aire a un club mortecino. La afición, el corazón que sigue latiendo, es consciente de que sus sístoles y diástoles mantienen con vida, y mientras hay vida hay esperanza, a la institución. Pero quizá se necesita un latido más fuerte ya que la camiseta del Valladolid lleva impresos unos versos al modo de Bécquer. ¿Qué es Pucela? me preguntas cuando fijo mi pupila en tu pupila azul. ¿Qué es Pucela? Pucela eres tú. Pues eso, toca ser protagonistas de la recuperación. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 27-11-2011

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