lunes, 18 de junio de 2012

CROACIA: MÁS HISTORIA DE LA QUE SE PUEDE DIGERIR


Francia capital París, Bélgica capital Bruselas...los que ya tenemos unos añitos recordamos como en aquella EGB nos sabíamos de memoria todas las capitales de Europa y del resto del mundo. Pero a finales de los ochenta y principios de los noventa, tras la caída del Muro de Berlín, las fronteras se movieron y surgieron estados cuyos nombres solo conocían los más avezados y que, aún hoy, colocamos con dificultad en el mapa. Donde Yugoslavia era Yugoslavia ahora hay un enjambre de países que se miran con recelo, separados, además, por enormes diferencias si hablamos en términos económicos. Basta comparar las infraestructuras de Croacia y Eslovenia por un lado con las del resto por otro. Pero hay uno que encierra en sí mismo las contradicciones de todos, la pobre Bosnia y Herzegovina que sobrevive con varios países dentro. Javier Carreño López nos habla desde Zagreb: “Tienen hasta cuatro estructuras administrativas, varias poblaciones (serbia, bosnia o croata). Los estados vecinos se inmiscuyen pretendiendo influir en la política local, así es ingobernable.” Cuando Javier acabó los estudios de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universidad de Valladolid constató la certeza de las palabras de Pablo Picasso, que afirman que en la vida no se busca, se encuentra. Él buscaba trabajo y encontró a Nadia, una croata licenciada en Económicas también en la UVA. Ella encontró trabajo en Zagreb y allí fijaron su residencia.

No se puede entender nada de Croacia sin reparar en su corta historia como país. La reciente independencia vino propiciada y a la vez exacerbó el carácter nacionalista de buena parte de su población, un nacionalcatolicismo, nos dice Javier: “Solo se es croata si se es católico”. A veces ese sentimiento choca con la realidad de la calle, veamos el caso del idioma. El idioma original es el serbocroata, tras la independencia comenzaron a utilizar palabras diferentes, para diferenciarse. Poco después, sobre todo la gente mayor, volvieron a usar la palabra "antigua". 

Croacia, en todo caso, tampoco es un estado homogéneo, los del norte miran más al norte y se sienten más próximos a Alemania, vestigios de un pasado austrohúngaro, que al resto de los pueblos balcánicos. Ellos mismos dicen con sorna que quieren ser alemanes, pero tienen un problema... no lo son. Los dálmatas, al sur, son latinos mediterráneos. Por allí entraron en Croacia María Pérez, Mercedes Rodríguez, Enrique Pérez y Ana Rebollo. Querían conocer el país y dedicaron buena parte de sus vacaciones a recorrerlo. Poco aficionados al turismo de playa prefieren conocer a fondo los sitios que visitan y eligen regiones con historia, ciudades con encanto y paisajes espectaculares, Croacia es el resumen de todo ello. Desembarcaron en Dubrovnik, la vieja Ragusa, y se encontraron una joya completamente amurallada que se ha tenido que reinventar a lo largo de la historia. Sus iglesias, hermosas por fuera, están completamente vacías, casi sin imágenes por los sucesivos saqueos que ha sufrido la ciudad. Mientras desgranan su viaje recuerdan su sensación de cercanía por múltiples aspectos, desde la gastronomía, la dieta mediterránea es la base de la alimentación, pasando por ese estilo de vida en unas calles bulliciosas y la afabilidad de las gentes, hasta el idioma ya que es muy sencillo encontrar personas que hablan correctamente el castellano: “Un castellano que muchos de ellos han aprendido viendo telenovelas sudamericanas” nos dice Mercedes. 

Escuchándoles hablar es evidente que del viaje no salieron defraudados, hablan con entusiasmo de los paisajes, de la cantidad de agua que mana por doquier, de las llanuras que permiten una buena red de comunicaciones, de sus suaves montañas, de sus playas pedregosas...un país, que lejos de prejuicios, es muy parecido en cuanto al nuestro en cuanto a nivel de vida, con ciudades modernas pero llenas de historia.
Pero si hay algo que sorprende de los croatas, en realidad de todos los países que conformaban aquel orbe llamado Yugoslavia, es, además de la facilidad para aprender idiomas, el gran número de deportistas de élite, en las más variadas disciplinas, que han adquirido prestigio universal. No es casualidad. Podemos pensar que tiene que ver con la existencia de un gran número de instalaciones de élite y no sería cierto. Podríamos creer que es debido a las necesidades económicas que habrían convertido al deporte en una puerta de salida, nos equivocaríamos. Es simplemente cultura. Javier nos cuenta que el fútbol prevalece, pero el resto de deportes están muy cerca. La gente conoce y practica más de un deporte con normalidad. Esa cultura es parte de la herencia de Tito, el 'padre' de la patria yugoslava. El deporte era importante por el impulso nacionalista que supone como hecho representativo del país.
Ya sea por nacionalismo yugoslavo o croata, el deporte sigue siendo bandera de un país inserto en un territorio que, como ya dijo Winston Churchill (y eso que no llegó a vivir los últimos episodios) tiene más historia de la que pueden digerir.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 18-06-2012

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