jueves, 7 de febrero de 2019

PRINCIPIO ARQUÍMEDES PARA LA INCINERACIÓN


Sicilia, antes  de ser asociado a la mafia, Francis Ford Coppola mediante, antes aun de que la Cosa Nostra, con sus capi, sus numerali y sus consiglieri se adueñaran de la isla, ya tenía su historia en relación a los amigos del engaño y el robo. Allí, en Siracusa, nació Arquímedes, el sabio que salió de su casa corriendo en pelota picada y gritando ‘eureka’ a los cuatro vientos. Al Arquímedes zambullido en la bañera le había visitado la inspiración, como si fuera un chasquido, su cerebro hizo un clic y él pudo concluir que el volumen del agua que asciende es igual al del cuerpo sumergido.  De esta manera, ayudó a su rey Hierón II a saber a ciencia cierta si su joyero le había timado cuando le vendió la corona garantizándole que estaba fabricada solo con oro.

Valladolid no es Siracusa ni Castilla y León Sicilia -por más que en los juzgados aniden investigaciones sobre perlas supuestamente negras- pero bien hubiera venido un Arquímedes que hubiera teorizado sobre la densidad de los humos funerarios lanzados al viento o sobre el color de las cenizas en función de las maderas que ardieron con el finado. Con este conocimiento no hubiera sido posible el -también supuestamente, no vaya a ser que…- ilícito e indigno enriquecimiento de la mafia de los ataúdes; de esa gentecilla que escondía sus fechorías tras el crepitar de las llamas; gentecilla que, previamente, vendía su producto a precio de azafrán aprovechando el dolor y la vulnerabilidad de quienes acababan de perder un ser querido.
Pero no todo lo relacionado con este feo asunto tiene que ser negativo. Los involucrados nos han dado una lección: una vez muertos, tanto da nogal como pino. Vale que para el ‘corpore in sepulto’ quede mejor un ataúd curioso en el que mostrarse, pero, pasado el trámite, mejor quemar los despojos sin más, sin gastar esos miles de necesarios euros. Si por cuestiones técnicas se hace preciso algo de madera para que arda el cuerpo, unos trozos de conglomerado serían material más que suficiente. Así, los féretros se pueden ir alquilando y el precio quedaría sustancialmente rebajado. Sabiéndolo todo el mundo, claro, sin que nadie se lleve a engaño.
Lo pienso y no es mal plan. Me entran ganas de salir a la calle en pelotas –tendrán que imaginarlo, hace mucho frío para ponerlo en práctica- gritando ‘eureka’. El precio del humo que asciende, es igual al del cuerpo incinerado. Dado que de morir no nos vamos a librar, rebajemos la carga que supone.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 07-02-2019

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