Efectivamente, ese balón se ahogó en el pozo. Bien podía
valer para completar la cena diaria, pero la caída lo desbarató. Para llegar ahí, hubo mucha tela que cortar. Se estuvo a
punto porque, con todo en contra, los blanquivioletas desmintieron los
catastrofismos. Y no llegó en mejor disposición a ese postrer minuto por culpa
de un mal árbitro, uno de esos que se deja arrastrar por la cobardía. Eso se
palpa en los pequeños detalles, se intuye porque hace aspavientos al toro a
medio metro de la barrera, en la primera parte, donde aún no hay riesgo. Después,
obligado a salir a los medios, el miedo le atenazó desequilibrando la balanza.
Como el que amenaza pelea con un ‘agárrame que le mato’, decidía apocado con
mirada de ‘echao pa’lante’. El penalti, al límite; la expulsión no hay por
dónde cogerla. Ni se acercó para cotejar. Valiente es poner en riesgo tu
decisión y, de haberlo, asumir el error.
Por esta gallina en el pozo, en vez de llanto, hubo rabia. Pero el aficionado del Pucela se calienta diez minutos, que es como echar los dioses en el bar, y luego calla y rumia. A malas, se acordará siempre, pero el ruido se desvanece enseguida. Castellanismo.
El jaleo posterior se centrará en el
Valladolid, pero lo hará de forma instrumental. Le otorgará el papel de figurante
en una película protagonizada por otros. Los ruidosos no pretenderán defender
al Pucela sino valerse de él. Creerán que la rabia blanquivioleta es por amor a
la gallina, por no haber aminorado la puntuación del antagonista. En el relato
de los grandes, el valor de los pequeños se circunscribe a lo útiles que les
podamos ser. Puestos a malpensar, tal vez el árbitro no tenía a ningún grande
en su cabeza, sino al equipo de su tierra, un Huesca que también quiere cenar
huevos fritos. Digo puestos a malpensar. Yo no lo creo.
Eso lo he aprendido en Valladolid.
Antes era de los otros. Por eso me encanta ver camisetas del Pucela en la calle,
o del Celta en Vigo o del Alavés en Vitoria. No es localismo, sino contribución
desde el punto en el que a uno le toca. Se es del Pucela como se abre ‘El Norte
de Castilla’ para leer una noticia de la Rondilla o de la Victoria. Noticia
menor que no cabe en el Telediario, pero que nos interesa porque ahí vive la
gente que conocemos. Y luego, dejar el periódico doblado, ganar, perder y
seguir.
Me molesta que me vengan a alabar
los que buscan un beneficio con la loa. Detesto ser ese niño del ‘mira ese niño
que bien se porta’ como coartada para reñir a otro.
Lo siento, no es la gallina. Es el
huevo. Por suerte, vendrán tiempos mejores, las sensaciones que
transmite el equipo superan a las de los que tiene por debajo, y no habrá que
lamentar.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 07-04-2021
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