A mí, miembro del baby boom 57-77, la lectura me lleva a comparar mi nacimiento con el de un potencial nieto. Cabe un parecido eterno. Por mucha o poca libertad que creamos disfrutar, las circunstancias son claves en las decisiones. Permítanme ir a Marx, “la vida material condiciona el proceso de la vida social”. Nosotros fuimos muchos porque llegamos tras una posguerra cruel por la -entre muertos y movilizados- ausencia de varones jóvenes. Somos hijos de la alegría del después, bien tratados por los avances médicos que casi anularon la mortalidad infantil. Catorce millones nacimos en esos veinte años. Ya hablaremos de las pensiones, que los de aquella explosión demográfica somos ‘old boom’ y tenemos 20 años más de esperanza de vida.
Ahora,
también las circunstancias, los hijos son menos y llegan más tarde. La vida
material explica a diario lo que el tiempo permite, influye en ese contexto que
recuerda lo que toca (trabajo, emancipación, rol social…) en cada momento y
asocia una cuenta bancaria que informa de lo que se permite.
Un último detalle, las gráficas del artículo muestran que el número de partos
de mujeres con más de cuarenta años multiplica por tres al de las de los
noventa, pero es poco superior al de los setenta. La diferencia no está en el
último -o único-, sino en desde cuándo y cuántos.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 10-05-2022
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