jueves, 14 de junio de 2012

PONTE LAS PLAYERAS

Ocho años después del crack del 29, el que fuera presidente de los USA, Franklin Delano Roosevelt, dijo: "Siempre supimos que los intereses personales incontenibles eran de bajo valor moral, ahora sabemos que es una pésima forma de administrar una economía". Es fácil suponer que en los años previos, mientras la crítica al ansia de lucro se circunscribía al ámbito de la ética, hubo muchas personas que se reían de esos valores a la par que se enriquecían obscenamente. La situación actual guarda algún paralelismo pero notables diferencias. La más grande de ellas es que desde las tarimas del poder han elaborado una coartada moral y han desarrollado una línea de defensa teórica para justificar esa búsqueda de los intereses personales incontenibles. Esa visión se ha impuesto en nuestra sociedad hasta el punto de hacernos creer que esas tesis no respondían a una construcción humana auspiciada al amparo de una visión ideológica sino que se trataba del estado natural de las cosas. Frases como “Haré lo que tenga que hacer” o “Se hará como Dios manda” que hemos escuchado en multitud  de ocasiones a Mariano Rajoy son exponentes de esta deriva. ¡Como si solo hubiera una forma de hacer las cosas y además fuese esta un designio divino! 
Pero a veces alguno de los defensores de esta filosofía es un poco más lenguaraz y desnuda su modelo de sociedad. José Manuel García-Margallo repite en cuanto tiene ocasión una historieta. Dos exploradores vieron un león que les acechaba. Uno se agachó para cambiarse los zapatos por un par de zapatillas deportivas. El otro le dijo que no tenía sentido lo que estaba haciendo pues nunca sería más rápido que el león. Contestó el primero: no quiero correr más que el león, me conformo con ser más rápido que tú.

Pues bien, el señor García-Margallo, el que alardea de ese bajo valor moral del que hablaba Rooselvelt, es ministro de Exteriores y Cooperación. Clarito ¿no?  

Publicado en "El Norte de Castilla" el 14-06-2012

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