miércoles, 16 de enero de 2013

UNA CINTA LANZADA AL AIRE



A principios de los años setenta, gimnasia y rítmica eran en España dos palabras que nadie entendía que pudieran ir unidas, nadie excepto Félix Fernández, el Presidente de la Federación Española de Gimnasia, empeñado en introducir esa disciplina en nuestro país y, para ello, nada mejor que empezar apuntando alto: quería que España albergase el mundial de 1975. Pero esa aspiración no podría ser cumplida si no había una base, por pequeña que fuese, y decidió que una representación debería acudir al mundial previo, el que habría de celebrarse en Rotterdam. Dado que nadie practicaba ese deporte, se hacía imprescindible una actuación urgente. Se contrataron dos entrenadoras de prestigio internacional que realizaron el primer curso nacional de entrenadoras de GRD con una selección de 50 profesoras de Educación Física y, finalmente, tras otros cursos, eligieron a tres de ellas. Una de esas tres, fue es nuestra protagonista: Teresa de Isla. Quedaron penúltimas en la ciudad holandesa pero se consiguió el objetivo a corto plazo, el mundial se celebraría en España, y otro que aún permanece superando con creces cualquier sueño de los federativos de entonces, la gimnasia rítmica se ha consolidado y sigue proporcionando éxitos al deporte español. En este segundo apartado, Tere de Isla también ha marcado un camino, su labor como formadora ha contribuido de forma decisiva para que varias generaciones de chicas conocieran los entresijos de este deporte.

Años atrás, ella había sido seleccionada en el Instituto, el Núñez de Arce para competir en Gimnasia Educativa (una especie de gimnasia clásica con matices que se podían asemejar a la nueva modalidad). Con 14 años, perteneciendo ya al Club Medina, participa en los Campeonatos de España y allí, en Alicante, consiguieron la segunda plaza. Picada por el gusanillo del deporte, ese mismo año, 1964, se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela Superior de Educación Física. Durante esta época participó en la Gymnaestrada –una prueba más educativa que competitiva- de Viena. A su vuelta a Valladolid, se reincorporó al Club Medina ejerciendo un poco de mujer orquesta, durante un año fue jugadora-entrenadora de Balonmano; durante seis, jugadora de voleibol y siempre con la visión de quien quiere dedicarse a formar a las más jóvenes.
En ese momento ‘apareció’ aquella prueba que le condujo a Rotterdam y, a partir de entonces, decidió volcarse con la gimnasia rítmica. Al regreso del mundial, Tere ejerce como seleccionadora auxiliar, la titular era la búlgara Ivanka Tchakarova. En esa época se formaliza un equipo, se crea una estructura y se desarrolla un sistema que, huelga decirlo viendo el historial posterior, dio sus buenos frutos. Cerrada esa etapa siguió vinculada a este mundillo, ahora como juez ‘una labor muy dura porque existe una enorme presión por detrás’.
Parece suficiente actividad para llenar una vida pero, Tere, además, no ha dejado de trabajar: desde 1970 desarrolla su actividad en el Servicio de Deportes de la Universidad, ha sido profesora de Educación Física en el Ferrari, el Núñez de Arce, las Carmelitas, las Jesuitinas, las Teresianas y en la Escuela de Magisterio Fray Luis de León. 
A orillas del Pisuerga, en el Polideportivo Huerta del Rey, sembró la semilla del Club Vallisoletano de Gimnasia. Entre este Club, las escuelas de la Fundación Municipal de Deportes (más de 2.500 niñas) y el Centro de Tecnificación GRD-CyL, muchas chicas han podido conocer y practicar el deporte de las cintas, las mazas y la pelota. Tere lanzó una cinta al aire, muchas chicas la cogieron, alguna de ellas ha alcanzado el nivel de referente.

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