jueves, 11 de enero de 2018

LA IMPERTINENCIA DEL ‘TENGO DERECHO’

Imagen tomada de elcomercio.es
De una forma similar a lo que ocurre en la Física, en el devenir histórico se cumple el principio de acción y reacción. Así, a cada periodo de compresión le sucede uno de expansión y viceversa. De esta forma, las páginas de la historia se van alimentando de movimientos pendulares que nos llevan de un lado al opuesto en sucesivos movimientos de ida y vuelta. En esta nuestra España, tras la muerte del dictador se produjo uno de esos momentos en los que el péndulo viró de una orilla a la otra. De una libertad comprimida, menoscabada, se pasó a un terreno inexplorado, a un nuevo espacio en el que hubo que experimentar en qué consistía el contenido de un término tan hermoso que parecía abrirse de par en par.
La pelea política, la de verdad, la que va más allá de los dimes y diretes entre organizaciones políticas, se centra, precisamente, en eso, en conseguir que la definición de las grandes palabras sea la que se corresponde a su visión del mundo, a su ideario. La izquierda, vamos a llamarla así, se equivocó en la medida. Por el hecho de venir de una época en la que poco se podía hacer, asumió que ‘libertad’ era ofrecer la posibilidad de que cada cual pudiera hacer lo que le pareciera conveniente. La palabra ‘responsabilidad’, hermana gemela de ‘libertad’, empezó a caer en el olvido. Olvidaban sus clásicos, sin ir más lejos, la propia letra de la Internacional dejaba apuntado aquello de “No más deberes sin derechos, ningún derecho sin deber”. A la derecha de entonces, básicamente conservadora, le asustaba esta visión de la libertad a la que llamaban ‘libertinaje’. Pero en el mundo estaba empezando a tomar cuerpo una nueva derecha que terminaría arrinconando a aquella: la neoliberal. A esta, al contrario, le venía muy bien una libertad entendida desde el terreno del ‘yo’ donde el único límite para la satisfacción de los deseos sería el precio. Y fue capaz  de imponer paulatinamente esta visión en la que se apela constantemente a los derechos.

En este recorrido se ha generado un subproducto que mezcla ‘el poder hacer lo que quiero’ con el ‘tengo derecho a’, una visión infantilizadora que permite que existan individuos que crean que pueden enfrentarse a la meteorología, subir el Angliru en pleno temporal y exigir impertinentemente que no les hagan caminar con el frío que hace.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 11-01-2018 

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