martes, 9 de mayo de 2023

LA CONDICIÓN HUMANA

Por más que uno se empeñe en creer lo contrario, nunca hubo tiempos idílicos. El ejercicio de recordar te acerca momentos que -por cuestiones personales o circunstancias sociales, ya no digo cuando se unen motivos de ambas índoles, cumplir los dieciocho o veinte años en un país que ebulle y se expande por haber dejado atrás una dictadura- hemos alzado al anaquel  de lo excelso. Mantengo presente esta reflexión porque con frecuencia conviene frenar: la propia naturaleza humana nos arrastra a cuestionar el presente al compararlo con un pasado falso por hermoseado del que, por supuesto, sale perdiendo. Y echamos pestes.

La secuencia de convocatorias electorales ha desatado una tempestad en ese abigarrado espectro sociopolítico que se halla a la izquierda del PSOE. Frenas. Aunque en algún momento se entendiera que sí, nunca hubo tiempos idílicos. Y en este ámbito, menos. División hubo siempre; egos -fríos o arrebatados-, también. La cuestión pendiente, el debate pospuesto, solo tendrá sentido si aparta a un lado lamentos y se centra en cómo abordar el imprescindible trabajo de encuentro. Imprescindible porque el sistema electoral castiga la dispersión. Anula y elimina lo ínfimo. Obliga a reunir por más diferencias de contenido o talante que existan porque nuestro sistema admite pocos matices. Lo que, por desgracia, conforma una sociedad que, en lo político, se adapta más a la identificación que a la reflexión puntillosa. Así, en unas mismas siglas caben diferencias notorias que, con frecuencia, solo se aglutinan por interés o por odio compartido al rival correspondiente. Un odio que, si hacemos caso a Giulio Andreotti –en la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido-, es menor al existente en el interior de cada casa donde, por momentos, se cavan trincheras profundas que luego, con mucho esfuerzo, toca rellenar.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 08-05-2023

No hay comentarios:

Publicar un comentario